Tal como conté en la segunda entrega de esta serie de crónicas, la primera semana de trabajo y observaciones fue muy tranquila y rutinaria, sin ningún imprevisto. La segunda empezó igual, sin novedades hasta que llegó el décimo segundo día de prospección submarina. Olve, Geir y yo nos habíamos despertado como de costumbre, estábamos terminando de desayunar y tomarnos nuestro primer café de la jornada cuando nos avisaron de que acabábamos de llegar al siguiente punto de exploración. Así que tocaba operar uno de los mini submarinos para ver que había en el fondo marino antes de seguir desplegando el cable guía.
Alzamiento del Barracuda 1. Tras realizar observaciones in situ con el robot submarino durante todo el día había que recuperarlo para recoger las muestras recogidas y realizar su mantenimiento.Tras ayudar en las tareas de alzamiento y lanzamiento del Barracuda 1 nos agolpamos en el cuarto de operaciones desde donde Olve se encargaba de operar a distancia al mini submarino. Como en las anteriores ocasiones el vehículo descendió lentamente hacia el fondo marino, a más de 3.000 metros de profundidad. Tras media hora llegó y empezamos a recorrer parte de la zona donde iba a ir depositado el cable guía. Esa parte del fondo no era llana, había una mini falla y diferentes desniveles abruptos, por lo que había que revisar con cuidado toda la zona. Nos encontrábamos en el extremo sur de lo que se conoce como la cresta de arrecifes de Jan Mayen, cerca de 400 kilómetros al este de Islandia.
Ese entorno era muy rico en flora y fauna marina, Geir estaba muy emocionado con poder observar, aunque fuera a distancia, las diferentes especies que poblaban ese pequeño trozo del mar. A esa profundidad los peces suelen ser muy esquivos así que cada encuentro era como un pequeño logro para todos, ya que también nos contagiamos de la emoción de Geir. Este estaba atento a todo ser vivo que apareciera delante de las cámaras del Barracuda 1, mientras que Olve seguía concentrado maniobrando, algo nada sencillo en esas condiciones marinas. Mientras tanto, yo miraba detenidamente las formaciones de arrecife, rocosas y del fondo en busca de algún patrón que me permitiera reconocer la posibilidad de que hubiera algún resto arqueológico ahí, aunque ya sabía de antemano que no íbamos a encontrar nada.
Llevábamos dos horas ya de observación, quedaba muy poco para terminar esa fase y volver a ascender al Barracuda 1 cuando sucedió. Acabábamos de encontrar una especie de pozo, de apertura en medio de un desnivel de unos treinta metros. Tanto a Geir como a mi nos llamó mucho la atención, a él por la posibilidad de que en su interior hubiera un ecosistema rico e, incluso la posibilidad de catalogar alguna especie nueva; y a mi porque siempre me han fascinado las formaciones subterráneas submarinas y quería comprobar si se entraba de un mero pozo o la entrada a un sistema de galerías más extenso.
Nyocema en detalle. Este pez alargado de color naranja y muy raro fue visto tanto en la cueva de Niflheim como en otros puntos abisales del Atlántico.Olve introdujo al Barracuda 1 con mucho cuidado, ya que cualquier desprendimiento o impacto podría dañar severamente al robot y esa visita no entraba exactamente dentro de las competencias de nuestra misión. Se trataba de una gruta bastante grande, de unos veinte metros de altura y cuarenta de largo por treinta de ancho. El fondo estaba dominado por arena muy pálida. Por doquier había pequeñas colonias coralinas y Geir hizo su primer gran descubrimiento de la misión con un extraño pez alargado de color naranja, que más adelante recibiría el nombre de 'neocyema'. También encontramos un curioso pulpo de tonalidades azules que mostró una gran curiosidad por el Barracuda 1.
Lo que pasó es que al adentrarse el robot submarino dentro, las aspas de sus impulsores removieron una parte del fondo de la caverna y levantaron bastante 'polvo'. Hubo un momento en que la visibilidad se redujo considerablemente, por lo que decidimos que en cuanto mejorara mínimamente iniciaríamos la maniobra de ascenso a la superficie. Cuando por fin mejoró la visibilidad Olve dirigió al Barracuda 1 a la salida y entonces fue cuando lo vi, un reflejo que llamó mi atención. Nos había pasado desapercibido antes porque debía estar enterrado bajo la capa de polvo submarino pero ahora destacaba, era una pequeña formación esférica que a pesar de tener coral alrededor me llamó la atención y me dio la sensación de no ser algo natural que perteneciera a ese lugar.
Pulpo abisal. Este animal mostró una gran curiosidad por el Barracuda 1 cuando entró en la cueva de Nifhlheim.Acercamos al Barracuda 1 para ver mejor, cuando estuvo a un metro, Olve utilizó uno de los brazos robóticos para tantear la formación. El brazo se extendió y abrió sus pinzas para rodear la especie de esfera, tras cerrarse suavemente sobre ella intentó tirar. No hubo éxito, estaba fijada al suelo, pero pudimos ver como se removía todo el suelo alrededor, como si estuviera unida a algo más grande pero que no era el fondo marino ni rocas. No podía creer lo que estaba viendo pero todo apuntaba a que nos encontrábamos ante unos extraños restos arqueológicos. ¿De qué? En ese momento no me podía hacer la más remota idea.
Esto es todo por esta entrega seguidores de Hyperborea Existe, en el próximo capítulo narraré que fue lo que sucedió y los primeros hallazgos que realizamos en la cueva de Niflheim, nombre que le pusimos a la gruta en honor a uno de los mundos de la mitología nórdica. Como siempre agradeceros a todos vuestro apoyo y, sobretodo vuestra paciencia por mi tardanza en actualizar. ¡Un abrazo enorme!