Casi un mes después de mi última actualización vuelvo con vosotros para proseguir la crónica de 'Toda historia tiene un principio. Como ya os podéis imaginar seguimos enfrascados en la recopilación de datos para el proyecto. ¡Ya queda menos! Estoy pendiente también de conseguir cita para ir a la comisión de Ciencia e Investigación del Parlamento de Noruega. Ahí queremos presentar el resultado de nuestro trabajo y conseguir el apoyo económico e institucional que nos falta para poder dar el último paso. El que tantos años hemos soñado con dar...
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Esponja marina en la Cueva de Niflheim, cerca de la Quilla de Odín. |
Pero antes que eso, hay que proseguir con la historia que empezó toda esta aventura. Tras nuestro hallazgo inicial logramos paralizar el proyecto de la Nordic Communications para poder documentar todo lo posible el sitio de los restos. Habríamos querido quedarnos más tiempo, pero la compañía presionó para que siguiéramos con la ruta prevista y se marcara la cueva de Niflheim para evitarla cuando colocaran el cable submarino. Todos nuestros intentos de convencer al NTNU de que ese hallazgo era de gran importancia cayeron en saco roto. Nos ordenaron terminar el proyecto de la Nordic Communications y, en todo caso, a nuestro regreso se estudiarían todas las muestras y datos para determinar la viabilidad de una expedición para estudiar los restos.
Antes de abandonar la zona, logramos recuperar pequeños fragmentos de la que empezamos a llamar la Quilla de Odín. A bordo no contábamos con el material adecuado, tan solo un pequeño microscopio, pero las primeras observaciones despertaron nuestra imaginación. Aún no sabíamos que antigüedad podían tener, pero parecía ser muy, muy antigua. Además, no logramos determinar su composición química, parecía una extraña mezcla entre un metal, que no supimos reconocer, y madera reforzada, de una forma que nunca habíamos visto antes.
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A bordo tan solo contábamos con un microscopio básico para examinar las muestras recuperadas de la Cueva de Niflheim. |
No puedo describiros la sensación de frustración que tuvimos Olve, Geir y yo por tener que abandonar ese hallazgo. Al haber empezado a trabajar en él lo habíamos expuesto a las condiciones cambiantes del océano y aunque regresáramos, nada nos aseguraba que no se hubiesen deteriorado los restos. Pero no había otra, tuvimos que armarnos de paciencia, proseguir con las pruebas del cableado y esperar a regresar al NTNU donde examinar con mejores equipos las muestras, sobre todo poder hacer la prueba del Carbono 14, para determinar su antigüedad.
No regresamos hasta el 12 de julio de 2000, más de un mes después de haber partido. Volvimos con la emoción de poder investigar de verdad nuestro gran descubrimiento. Nadie nos podría haber dicho que las pruebas del Carbono 14 nos dirían lo que nos dijeron...
Eso es todo por hoy, otro día proseguiré con esta crónica, hay mucho que hacer. Como siempre agradeceros a todos por vuestro apoyo y fidelidad.
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