lunes, 14 de mayo de 2012

Toda historia tiene un principio (IX)

Dos semanas después, regreso con vosotros, seguidores de Hyperborea Existe para proseguir mi relato de 'Toda historia tiene un principio'. Han sido dos semanas muy intensas, queda muy poco para que hagamos nuestro movimiento final, depende tanto de ello, que estamos siendo muy minuciosos, no queremos dejar nada al azar. Esperamos poder convencer al gobierno para que nos den los fondos que necesitamos para refutar mi investigación.

Si hacéis memoria, lo había dejado tras hacer un descubrimiento que lo cambiaría todo, una especie de superficie circular en la cueva de Niflheim. Tras regresar el Barracuda 1 a bordo, nos tiramos toda la noche estudiando las imágenes y analizando el mejor acercamiento para poder recuperar el disco. Había que idear un sistema completamente seguro con el que poder izarlo con el Barracuda 1. Después de muchas horas de darle vueltas y hacer pruebas encontramos la solución que nos parecía más segura.

Brazos robóticos terminados en pinza similares a los que usamos con el Barracuda 1.
Habíamos colocado los dos brazos robóticos con pinzas al Barracuda 1 y construimos un arnés de cuerdas de nailon de tal forma que, con un poco de destreza, pudiéramos introducir el disco dentro, y luego cerrar las pinzas para fijarlo y asegurarlo. Según las pruebas que habíamos hecho cuando lo descubrimos, parecía más liviano de lo que creíamos, por lo que esperábamos que el Barracuda 1 pudiera ascender con él sin problemas. Ojo, eso si no encontrábamos complicaciones en forma de corrientes fuertes. La verdad es que los nervios iban cada vez a peor, ya que el pronóstico del tiempo estaba empeorando. Y perdimos toda la mañana en preparar al Barracuda 1 y organizar toda la inmersión, por lo que íbamos a tener que esperar hasta el día siguiente. Si a esto le sumamos la llamada de nuestro superior en el NTNU preguntando si ya estábamos de regreso, pregunta a la que tuvimos que responder con una mentira, pues ya podéis imaginaros cual era el estado de Olve, Geir y servidor.

Por fin llegó el momento óptimo, teníamos una ventana de trabajo muy corta, de tan solo siete horas antes de que nos alcanzara un frente tormentoso. El Barracuda 1 se sumergió grácilmente en el agua e inició su descenso a las profundidades, en busca de nuestro disco, la clave con la que esperábamos poder afianzar nuestras teorías sobre la naturaleza de la Quilla de Odín y del pecio al que pertenecía.

Se nos hizo eterno, como si los segundos fueran minutos, y los minutos horas. Parecía interminable el camino de nuestro robot submarino hasta la cueva de Niflheim. Al llegar todo estaba tal como lo habíamos dejado. Nos dirigimos directamente hacia el disco, seguía ahí, coronando el extraño montículo de roca, flora y crustáceos fosilizados. Olve manejaba diestramente los dos mandos de control del Barracuda 1. A él le iba a tocar la parte más complicada de la extracción. Tenía que conseguir levantar el disco con una de las pinzas, mientras que con el otro introducía parte del arnés, para luego hacer lo inverso con el otro brazo robótico. Existía un gran riesgo de que al levantar el disco este se deslizara del montículo y cayera, lo cual habría sido fatal. Estamos con los nervios de punta, se podía respirar la tensión del momento en el pequeño compartimento  del 'Ice Dawn' en el que nos encontrábamos.

Imagen de la cámara principal del Barracuda 1 justo antes de llegar al montículo del Disco de Draupnir. Utilizaba un sistema de demarcación láser para fijar su objetivo. 
Tras varios intentos, Olve logró introducir bien el disco dentro del arnés de seguridad, fijó los seguros con las pinzas y las retrajo para atraerlo hacía el Barracuda 1. Por un instante fue como si se detuviese el tiempo, pero al momento vimos como el disco se movía, como perezoso por no querer abandonar su hogar tras tanto tiempo ahí. Si el descenso se nos había hecho largo, no quiero contaros como fue el ascenso, un verdadero infierno, y más porque la tormenta ya estaba casi sobre nosotros. Temíamos que se pudiera soltar el cable y perder tanto el disco como al Barracuda 1.

La providencia, los antiguos dioses, el destino, o quizás todos ellos a la vez, quisieron que lográramos recuperar al Barracuda 1 y su preciada carga justo a tiempo. Ya que justo cuando lo izamos y colocamos en la pequeña bodega del 'Ice Dawn', se levantaron olas de tres a cuatro metros. Era el momento de regresar a base. El viaje de vuelta fue muy movido, pero para nosotros era como si estuviéramos en otro mundo. Los tres fascinados por nuestro hallazgo, por el que luego llamaríamos como el 'Disco Draupnir'.

Lo dejo aquí por ahora, prometo actualizar muy pronto con lo que descubrimos, aunque también con las malas noticias desde el NTNU que tuvimos. Ya queda menos amigos, pronto, la verdad sobre Hyperborea será revelada, os lo prometo. Gracias por vuestro apoyo, poder escribiros me sirve de terapia y me da fuerzas para dar los últimos pasos necesarios. ¡Hasta muy pronto!

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